sábado, 24 de febrero de 2018

LO QUE ESTÁ CERCA ESTÁ LEJOS.




LO QUE ESTÁ CERCA ESTÁ LEJOS

(a propósito del libro "Tras las Sombras del Tíbet")


El exotismo, o la búsqueda de realidades que se suponen alejadas, desconocidas por la mayoría, misteriosas y subyugantes, puede ser considerado un motor de la fotografía documental y de sus hacedores en un recorrido histórico. Visto así, lo exótico puede ser, por definición, cualquier entramado social y cultural que se aleje, y cuanto más mejor, de aquello que por próximo creemos conocer mejor.
 ¿Qué ocurre, sin embargo, cuando el fotógrafo proviene de un lugar al que ya la mayoría considera convencionalmente de magnetismo exótico?  ¿Qué justificaría entonces el viaje largo del que busca la experiencia que siempre deja un desplazamiento? Esta es la pregunta que provoca más curiosidad frente a un libro contundente, un objeto de peso, como “Tras las sombras del Tibet” (Desde las Antípodas Ediciones, 2015). Su autor, Alex von Bischhoffshausen, es un fotógrafo con residencia estable en Puerto Natales, en plena Patagonia Chilena, lugar también de peregrinación constante de turistas y viajeros ávidos de experimentar esa sensación existencial de estar muy lejos de casa.

¿Qué anda buscando este fotógrafo en el Tibet que no ha podido encontrar en la Patagonia? La respuesta está en el propio libro: una necesidad interior justificada en una profunda devoción que se devuelve en forma de agradecimiento. Cabría deducir también que ese agradecimiento tiene su contraparte. Lo que encontró lejos es lo que le faltó cerca. A lo largo de las 240 páginas que reconstruyen una serie de viajes tibetanos, el autor nos sumerge en una realidad que de antemano creemos conocer.  La calidad de seres sociales nos somete a un bombardeo constante de imágenes que se constituyen como tópicos de los lugares.

El fotógrafo opta por no renunciar a nada, y quizás haya en eso una actitud de apertura mental y desdeño de los prejuicios que pareciera inducida por la meditación, a la hora de escoger y mostrar lo que llama su atención: paisaje y paisanaje, detalles arquitectónicos, espacios naturales, materialidades de una cultura atractiva. Sin embargo, conviene no llevarse a engaño. Esta construcción occidental del libro, expresada en la abundancia de las imágenes y también en la ubicación canónica de éstas en páginas impares, viene interrumpida por silencios sobrecogedores, por imágenes que transcienden cualquier postal y que se elevan por el resto desmaterializando el objeto, volviéndolo ligero y permitiendo su vuelo.

El simple ejercicio de despojar al libro de su sobrecubierta, ilustrada con una magnífica imagen de inspiración cartierbressoniana, basta para encontrarse frente a un objeto radicalmente distinto al libro occidental. Lo que vemos maravilla, una portada blanca con un grabado tibetano en cuño seco que anticipa  lo que viene después y que nos deja en un estado de alerta. Lo que vemos no es siempre lo que parece. Y la misma operación de despojar al libro de las tapas podría ser la clave en la lectura de cada una de las fotografías de Alex von Bischhoffshausen. Son las imágenes más despojadas, las más desenvueltas, las que mejor nos acercan a una espiritualidad que aunque no siempre sea comprendida en sus matices sí permite una conexión con ella al ser contemplada en su esencia más profunda.

Como ocurre en muchos libros voluminosos, y éste lo es más en su número de páginas que en sus proporciones, se esconden dentro de él otros libros posibles. Uno de ellos podría ser la transcripción sucinta de la experiencia más frágil y cautivadora, esa que construye las imágenes a partir de la duda de todo, incluida también la duda de lo que es una buena imagen.  Pero el libro tiene otros aciertos. Uno de ellos es transformar este viaje, siempre arriesgado al asomarse a los abismos de las convenciones del medio, en un viaje propio, único y original. La narración se estructura en una suerte de capítulos precedidos de la reproducción en página de unos objetos biográficos (una visa, un billete de avión, unos remedios del Laboratorio Chile…) que cumplen una función importantísima, más allá del aporte innegable que le hace al diseño: situarnos frente a la experiencia insustituible de un viaje que no es todos los viajes al Tibet, sino uno particular y concreto: el de un inquieto fotógrafo patagón.


Miguel Ángel Felipe Fidalgo

Otras Referencias:

http://josefchladek.com/book/alex_von_bischhoffshausen_-_behind_the_shadows_of_tibet#image-13




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